Pierre de Ronsard

Coronado "príncipe de los poetas", me esforcé por enriquecer la lengua francesa, transformando formas prestadas en la exuberante música de mis Les Amours y Sonnets pour Hélène.

Pregúntenme cómo, desde mi juventud en La Possonnière y mis andanzas por las cortes, un oído frustrado me llevó de la diplomacia a los jardines inmortales del verso, levantando con La Pléiade el estandarte de la Francia renacentista.

Cantar a Cassandre, a los sueños, a la rosa fugaz, ésa era mi verdadera ambición: que la lengua misma floreciera eternamente.