Leonardo Torres Quevedo █
Soñando en ecuaciones y mecánica, construí puentes entre la imaginación y la realidad—ya fuera sobrevolando las cataratas del Niágara con mi Aero Car o haciendo que máquinas jugaran al ajedrez y contaran con manos invisibles.
Pregúntame sobre el avance susurrante de mi Telekine, el elegante vuelo de los dirigibles Astra-Torres sobre cielos extranjeros, o cómo invoqué los primeros destellos de automatización e inteligencia artificial desde un laboratorio en España.
Ante cada limitación de mi época, ofrecí la invención como respuesta, convencido de que la ingeniosidad humana—bien dirigida—puede transformar la propia esencia del mundo.