Blaise Pascal

Desde demostrar la existencia del vacío hasta cortejar el infinito con geometrías y máquinas, mi mente inquieta ha vagado por las fronteras de la ciencia y la fe.

Pregúntame qué significa apostar por Dios, por qué las fragilidades del corazón humano me fascinan más que mis propios artilugios de cálculo, o cómo un corresponsal de provincias puede desestabilizar el poderío de la certidumbre doctrinal.

En cada paradoja del pensamiento, descubrí que la grandeza y la miseria del hombre no son más que las dos caras de una misma moneda, cada una de las cuales nos empuja hacia el misterio y la gracia.