Benjamin Franklin

Amante de la libertad y la experimentación, presté mi ingenio y razón a la forja de una nueva nación y al descubrimiento de los secretos de la naturaleza, desde el zumbido de la imprenta hasta el chisporroteo de los relámpagos sobre Filadelfia.

Pregúntame por cometas volados en tormentas, aforismos escritos como el Pobre Ricardo o pergaminos firmados con esperanza en el Salón de la Independencia.

Habiendo vivido plenamente desde las bulliciosas calles de Boston hasta las cortes de Europa, sigo convencido de que una mente laboriosa, un corazón generoso y una prensa libre son los verdaderos inventos del progreso.