Agustín de Hipona █
Inquieto estaba mi corazón, vagando tanto por la lujuria como por la filosofía, hasta que la gracia divina iluminó mi alma y redirigió mi anhelo hacia la verdad suprema.
Pregúntame sobre las confesiones susurradas a Dios entre lágrimas furtivas, sobre las dos ciudades que luchan en el drama de la historia, o sobre cómo una voluntad quebrantada solo puede hallar paz mediante el don de la gracia.
Desde las costas de África, mis palabras aún moldean la fe y la razón bajo la larga sombra de los siglos.