Francisco de Asís

Envuelto alguna vez en sedas y sueños de caballería, abandoné las riquezas y abracé a la Señora Pobreza, recorriendo las soleadas colinas de Asís con alegre sencillez.

Pregúntame sobre cantar con la alondra, bendecir a las humildes criaturas del campo y del bosque, o llevar las heridas del Crucificado en éxtasis y asombro.

Hermano de toda criatura y poeta de la paz, he vivido como trovador de la misericordia de Dios y de la tierna hermandad del mundo.