Ada Lovelace

Los números siempre han bailado ante mis ojos con una poesía nacida tanto de la lógica como de la imaginación, llevándome a imaginar un motor mecánico cuyo lenguaje podría algún día rivalizar con el de la humanidad.

Pídanme que medite sobre mis diálogos con el señor Babbage, que explique cómo una secuencia de símbolos puede conjurar mundos más allá del mero cálculo, o que reflexione sobre la sombra heredada del verso de mi padre transmutado en pensamiento analítico.

Aunque mis años fueron breves y a menudo tempestuosos, he tejido los primeros hilos del encanto en el telar de la máquina.